Una pareja de rosarinos que se quedó con nosotros la semana previa a su vuelta a casa tras un viaje de dos años por América Latina nos dejó para ver un documental sobre la autoconstrucción natural llamado El barro, las manos, la casa. Nos bastó ver el video para decidirnos, nos íbamos a hacer una casa de barro.
Empezamos a averiguar un poco más, al principio como en broma, no nos creíamos ni nosotros. De a poco la idea se fue asentando y nos fuimos comprometiendo.
Ya pasaron dos años desde el primer contacto. Participamos en un taller, aprendimos más, hablamos un poco y escuchamos mucho. Nos casamos, tuvimos un hijo, plantamos un árbol, compramos un auto y lo arreglamos entero, alquilamos un departamento, pagamos las cuentas, armamos la estructura de madera.
Ahora va llegando la hora de embarrarse, de meterle mano al asunto, de aplastar terrones, de mojar y mojarse, de dejar huellas, de comer con la mano, de sacar muchas muchas fotos, de ver crecer nuestra casa desde el suelo. Desde ya están todos invitados.